Durante la época de la Colonia, los europeos introdujeron al continente americano la Apis mellifera, también conocida como abeja europea o abeja doméstica.
Pero el continente americano ya era el hogar de la abeja melipona, la abeja nativa o sin aguijón que hasta hace algunos años había permanecido desconocida para gran parte del mundo, pero que era conservada, protegida y cultivada, con técnicas que datan desde la época prehispánica, en diferentes comunidades autóctonas.
La abeja melipona existe desde antes de que llegaran los españoles; es una abeja precolombina y la forma en que tradicionalmente los grupos indígenas de América realizaban su crianza y cuidado para poder producirla se ha conservado hasta nuestros días.
Los apicultores mayas, les llaman jobones a sus colmenas, y son parte de un ritual que utiliza una serie de marcas para identificar la parte superior de los trocos ahuecados por donde entran y salen las abejas. Estas marcas que suelen ser cruces, círculos o cuadrados, representan el universo por el cual las abejas tienen la posibilidad de recorrer el cielo y la tierra.
Los actuales melinoponicultores mayas, guiados por los sacerdotes de su comunidad, indican que las abejas suben al cielo, donde los chaques (dioses de la lluvia) resguardan las artesas llenas de miel, que las abejas se encargan de bajar en forma de gotas para deleitar a los hombres.
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