Derivado del trabajo de salvamento arqueológico que el INAH emprendió en la troncal y en el tendido de vías del Tren Maya, así como de las labores del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) en 29 sitios ubicados en Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, este año fue pródigo en lo que respecta a hallazgos arqueológicos en el área maya mexicana.
En marzo, la imagen tallada en piedra de un personaje con un faldón decorado con huesos y en cuya mano sostiene la cabellera de un cautivo, se descubrió en la Zona Arqueológica de Ek’ Balam, en Yucatán. Ahí, también fueron identificadas siete tapas de bóveda recubiertas con pintura mural y un chultún –depósito de agua– reusado por los antiguos habitantes como cámara funeraria.
Un espacio mortuorio más se identificó en Palenque, en Chiapas, conformado por un entierro primario completo y otro secundario acompañado por una ofrenda de tres platos cerámicos y un nicho con figurillas de piedra verde.
En el Tramo 7 del Tren Maya, que va de Bacalar, en Quintana Roo, a Escárcega, en Campeche, se recuperaron dos piezas relevantes: una vasija con la representación del dios K’awiil, vinculado con el rayo, la fuerza y el poder; y la efigie del numen maya de la muerte, reconocido por su modificación craneal de tipo tabular erecta, su nariguera y un antifaz que cubre su rostro descarnado.
A partir del estudio e interpretación de estos contextos, el INAH avanza en el conocimiento de las poblaciones mayas antiguas, la recuperación de nuestro pasado y reconfiguración del presente.
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