Las historias que rodean a los cayucos son muy interesantes. Son los “hermanos mayores de los cocodrilos” y por esa razón, se dice que siempre y cuando se esté abordo de uno, aquellos reptiles se mantendrán lejos de los navegantes como una señal de respeto al chem, nombre maya dado a las canoas.
Hace unos años un grupo de arqueólogos se dieron a la tarea de documentar la construcción de un cayuco desde cero. Localizaron a dos constructores mayas, Roberto K'in (sol) y Juan Bor (abeja pequeña), quienes tomaron en sus manos el proceso.
Se procedió así a la elección del árbol: una caoba. El árbol debe talarse un día de luna llena para evitar la presencia de insectos, si no se hiciera así la presencia de insectos carcomería la madera.
El tronco se deja secar tres días enteros, luego de los cuales inició el arduo proceso de tallado del cayuco y sus remos: con hacha para los cortes profundos y machete en el caso de los segmentos de mayor detalle; midiendo constantemente los niveles con un hilo pintado con tinta negra, el cual se usaba como guía.
Después de su construcción se le realiza un ritual. El rito consiste en llevar el chem hasta el lago y dejarlo allí una noche entera para que sus “hermanos menores”, los cocodrilos —a quienes se atrae con una ofrenda de dos o tres pescados—, “le enseñen a nadar y a balancearse en el agua”.
Los arqueólogos detallaron, que pesé a la perdida de algunos datos como los verdaderos instrumentos de creación que utilizaban los antiguos mayas, "... es sorprendente notar el hecho de que para los pobladores mayas, los Chem no son objetos, son seres vivos."
Es la belleza de esta tradición la que ha retomado a las nuevas generaciones. Orgullosamente en MBH Maya Bacalar se encuentran 2 Chem para que puedas vivir la experiencia de navegar sobre un cayuco Maya tradicional.
Por ahora el hermano mayor de los cocodrilos encuentra a otros hermanos en el Caribe Maya.
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