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Mbh maya bacalar ra alter atardecer
  • Foto del escritorCapitan Barba Chueca

La piedra mágica del tunich keej.

Una vez me contó mi abuelo, que un cazador con poca suerte, que a veces le atinaba a un venado y otras no. Solía colocar su rifle en la horqueta de un árbol, para comprobar si esta se encontraba derecha o si tenía alguna desviación.

Un día su suerte cambió, al cazar un gran venado. El cazador dijo que se cruzó con el venado por suerte, ya que él se encontraba siguiendo a un hombre muy grande que caminaba entre el monte moviendo los arboles como si fueran ramas. Al no poder alcanzarlo, se detuvo a descansar cerca de unos matorrales cuando vio un árbol de chimay, que suele dar frutos que son alimento para venados. Se detuvo cauteloso, sosteniendo su rifle y cuando logró ver a un venado de buen tamaño, lo centro entre cejo y disparo.


Cuando le abrió el vientre, se topó con una bolita dura, era el “tunich kéej”, es decir dio con “la piedra de virtud del venado”, lo que hizo que se supiera, que desde ese momento sería un gran cazador pues estaba bendecido por el señor del monte y habría carne de venado hasta para regalar a medio pueblo.


El cazador portaba el tunich kéej escondido y debía mantener en secreto su existencia. Así, siempre que él iba al monte, regresaba con un venado, decía que hasta tiraba sin ver y el venado caía, la suerte le sonreía, todos comían, gracias a las virtudes de la piedra del venado.


Otros cazadores le preguntaban si tenía “la piedra del venado”, el contestaba, no tengo nada, solo tengo suerte.



Un día, sin que él supiera que era el final de su suerte, se levantó temprano y fue al monte, vio un árbol de chimay, esperó y vio venir venados de todos los tamaños y rodearon el árbol para comer los frutos. Sacó su rifle y empezó a dispararles, pero ninguno cayó, se dio cuenta que no eran venados de verdad, recordó la piedra que tenía en su sabucán, la tomó y la tiró lo más lejos que pudo, la piedra actuó como un magneto y una manada de venados se acercó a ella mientras uno se la tragaba.


Desde ese momento se acabó la suerte del cazador, ningún venado volvió a cazar, pues ya había terminado su tiempo de suerte en la que cazó como quiso.


Mitos y leyendas del Caribe Maya


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