La ilusión óptica que parece una inmensa serpiente emplumada descendiendo por la pirámide es un curioso fenómeno de Chichén Itzá, serpiente incluida, que no se descubrió hasta que la pirámide fue reconstruida y no se documentó hasta 1969. Los expertos creen que el efecto no parece ser casual –también se ha apreciado en fechas similares aunque más amplias en pirámides mayas como la de Mapayán- aunque sí apuntan a que los mayas no buscaban señalar una fecha concreta –los equinoccios- sino más bien el cambio de estación, algo fundamental para ellos ya que se trataba de una sociedad eminentemente agrícola.
Para los mayas, Kukulcán era el dios más importante. También conocido como la serpiente emplumada –aunque esta figura también se conocería con otros nombres para la cultura azteca o los olmecas- representaba la unión entre la tierra, el agua, el sol y el aire. Según los arqueólogos, tiene una nariz alargada, similar a la de un tapir, y es capaz de domar los elementos. Además, dada la importancia que los mayas daban a la naturaleza y a la agricultura, también se le considera un dios de los cultivos y se le ha representado plantando maíz, cultivo esencial para la cultura maya.
Esta no es la única leyenda maya asociada a la pirámide de Chichén Itzá. Otro de los increíbles efectos de esta edificación es que, si te sitúas frente a ella y aplaudes, el sonido reverbera en los escalones y el eco que se produce se asemeja al canto de un quetzal. Este pájaro tiene una gran importancia para los mayas ya que lo consideraban el dios del aire. No en vano, Kukulcán era conocido como la serpiente emplumada y las plumas que lucía eran precisamente las de quetzal. Con toda esta información de la pirámide de Chichén Itzá, pasamos a contarte la mejor manera de presenciar el fenómeno.
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